Detectives de enfermedades: cuando surge una crisis de salud pública, los rastreadores de contactos pasan a la acción
Desde el siglo pasado, y mucho antes de la aparición del nuevo coronavirus, el rastreo de contactos constituye un elemento fundamental de la salud pública.
Por
Diana Schoberg
Story Photography By:
Gwen Keraval
Nov. 2, 2020
El 20 de julio de 2014, un hombre liberiano-estadounidense se derrumbó en un aeropuerto de Lagos (Nigeria), una ciudad de más de 10 millones de habitantes. Tres días después, se le diagnosticó el Ébola, marcando el primer caso de esta enfermedad en el país. La llegada del virus del Ébola a una de las ciudades más grandes del mundo creó un escenario que, como señaló en su momento un funcionario estadounidense, podría transformarse en un "brote urbano apocalíptico".
Pero lo que pudo haber sido una espantosa epidemia pudo evitarse. Solo 19 personas más en Nigeria contrajeron la enfermedad y siete murieron. La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al país libre del Ébola el 20 de octubre, tres meses después de que se diagnosticara ese primer caso.
Para alcanzar este éxito, resultaron fundamentales la labor del programa de erradicación de la polio emprendido por Rotary, las sólidas alianzas establecidas entre el Gobierno de Nigeria y otras organizaciones, y la infraestructura creada para lucha contra la polio. El Ministerio de Salud de Nigeria reaccionó rápidamente declarando el Ébola como una emergencia y creó un centro de mando encargado de coordinar su respuesta siguiendo el modelo empleado por el programa para la erradicación de la polio. Un equipo integrado por 40 epidemiólogos dedicados a la lucha contra la polio en el país recibió el encargo de hacer frente al Ébola. Asimismo, técnicos del programa contra la polio capacitaron a trabajadores de la salud en el rastreo de contactos, el manejo de casos y otros aspectos pertinentes.
A partir de ese primer paciente, denominado "caso índice", los trabajadores de la salud generaron una lista de casi 900 contactos, los cuales fueron rastreados diligentemente por un equipo de 150 rastreadores de contactos que llevaron a cabo 18 500 visitas cara a cara para comprobar si los contactos presentaban síntomas del Ébola. Solo a uno de los contactos no se le pudo dar el debido seguimiento. Este trabajo detectivesco en el campo de la salud pública logró detener el brote.